Un jueves por la mañana
se encontraba el rey Melchor
escribiéndoles la carta
a los Reyes del Amor.
Y decía:
Oh mi amado Rey Gaspar,
tú que eres mi preferido
¿Me traerás cura de amor
para un mundo tan herido?
Luego, un viernes por la noche,
tras la hora de cenar,
escribió su carta nueva
al rey Melchor, Baltasar.
Y le pedía, amoroso,
que trajera, por favor,
una cura milagrosa
para sanar el dolor.
Y el rey Baltasar, pensando
qué le podía pedir,
escribía a su rey mago
diciéndole algo así:
Oh, mi amado rey Melchor,
tú sabes cómo te quiero
¿podrías traerme, porfa,
unas ramas de romero,
unos libros de colores,
un globo con corazón
y una caja de semillas,
semillas de nueva flor?
Han de ser de flor de sueños.
Han de ser de flor de amor.
Han de ser de flor de vida,
De flor de sueños en flor.
Y respondieron felices
en su día los Reyes Magos
y los tres Reyes, los tres,
todos tuvieron regalos.
La magia no se entretiene.
Tú la llamas y ella viene.